martes, 22 de enero de 2013

67

Tú eras la incondicionalidad, el amor verdadero.
El abrazo justo y la lealtad.
Nuestros corazones eran uno solo
Nuestros latidos seguían el mismo compás,
Sangre de mi sangre.

Cuando estoy a la deriva tu recuerdo me rescata,
Tú me das fuerza y me haces grande.
La muerte no existe.