Incapaz de seguir soportando la miseria que hay en mi corazón, me acompaño del vacío de mí ser.
No hay superior al cual adorar, no hay doctrina para seguir que llene mi alma voluble.
Reconozco humilde el desprecio que siento a mis pares, y sus conjuntos repetitivos, sus falsos nirvanas, su crítica descompuesta y obvia.
La mortificación de estar inserta en la falsedad de la pureza irreprochable, siento desilusión y hastío también del placer y el desenfreno.
Implacable tortura de ser uno más, de esos que tanto repugno, denotando más mi destructiva soberbia.
Con un alma abúlica, con un alma apasionada. Me desarrollo en un vaivén donde mis sentimientos son impredecibles.
Deseo descanso profundo, anhelo ferviente conocer todo lo que emana de mí, en el vacío. Solo así alcanzare la liberación, conocimiento verdadero, la necesidad verdadera, las que viven y mueren dentro de mí.
Hay que ser ego para abandonarlo.